¿Cómo afecta la guerra tecnológica entre China y EE.UU. al mundo?

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La rivalidad tecnológica entre China y Estados Unidos se ha convertido en uno de los ejes centrales de la política internacional contemporánea. Este conflicto no se limita solamente a disputas comerciales o restricciones de productos, sino que abarca ámbitos estratégicos como la inteligencia artificial, la fabricación de semiconductores, las redes de telecomunicaciones 5G, los sistemas de vigilancia y la ciberseguridad. Analizar sus consecuencias resulta fundamental para comprender la transformación del orden económico global y el impacto en la vida cotidiana de millones de personas.

Efecto en la red global de logística

Uno de los efectos inmediatos más significativos ha sido la disrupción de las cadenas de suministro, especialmente en el sector de los semiconductores. Empresas chinas como Huawei y SMIC se han visto gravemente afectadas por la imposición de restricciones estadounidenses al acceso de tecnología de punta, materiales necesarios y maquinaria avanzada como la litografía ultravioleta extrema. Este escenario ha incentivado que China refuerce su autosuficiencia tecnológica, inyectando cuantiosos recursos estatales en el desarrollo de una cadena de suministros nacional.

Como ejemplo, compañías de Estados Unidos como Intel, Nvidia y Qualcomm se apoyan en los mercados asiáticos tanto para ensamblar como exportar sus componentes, lo que dificulta la coordinación logística frente a restricciones mutuas. La aparición de plantas de semiconductores en naciones como Vietnam, India o México indica claramente la reestructuración de estas cadenas en un intento de reducir la vulnerabilidad geopolítica.

Concurso de inteligencia artificial y monitoreo digital

En el ámbito de la inteligencia artificial, ambos países compiten no solo por la supremacía tecnológica, sino por la definición de normas éticas y políticas internacionales. Proyectos como el desarrollo del superordenador Sunway TaihuLight en China y la inversión masiva de EE.UU. en empresas como OpenAI o Google DeepMind representan ejemplos paradigmáticos de esta pugna. La transferencia de talento, la captación de investigadores y la regulación de patentes se han transformado en campos de batalla cruciales.

En el plano de la vigilancia digital, China ha implementado soluciones tecnológicas a gran escala para el control social, apoyándose en sistemas biométricos y reconocimiento facial en espacios públicos. Esta aplicación masiva ha despertado inquietudes en Occidente respecto a los derechos civiles y la privacidad, incrementando las tensiones sobre las exportaciones de sistemas de vigilancia chinos a otros países.

Limitaciones en comercio y tecnología: una contienda de sanciones

Las restricciones estadounidenses a empresas chinas, como la inclusión de Huawei en la lista de entidades y la prohibición de TikTok y otros servicios digitales, buscan frenar el avance tecnológico chino y proteger la seguridad nacional. Estas medidas han provocado represalias, con China imponiendo su propio control sobre materiales estratégicos clave, como el galio y el germanio, esenciales para la fabricación de chips y paneles solares.

Las sanciones han generado incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros internacionales. Compañías tecnológicas han experimentado caídas abruptas en bolsa tras anuncios de sanciones o vetos, mientras que la diversificación de proveedores y clientes se ha convertido en una prioridad para mitigar riesgos potenciales.

Polarización del ecosistema digital global

El enfrentamiento ha llevado al surgimiento de dos ecosistemas digitales que se vuelven cada vez más incompatibles. Por un lado, Estados Unidos y sus socios han establecido reglas rigurosas en cuanto a la gestión de datos, la seguridad de la privacidad y los criterios de ciberseguridad. Por otro, China promueve una perspectiva soberana del internet –conocido como el “muro digital”– y difunde tecnología bajo su propio esquema, especialmente en naciones en desarrollo.

El ciberespacio global se encuentra fragmentado, ya que el acceso, la interoperabilidad y la innovación están influenciados por diferentes políticas y regulaciones. Esta división afecta las colaboraciones científicas, la unificación de productos y el progreso de proyectos globales como la gestión de la inteligencia artificial.

Avances y rivalidad: motores y obstáculos

Ambas naciones han intensificado las inversiones en investigación y desarrollo; el presupuesto para I+D de China sobrepasó los 400.000 millones de dólares en 2023, centrándose en gran medida en nuevas tecnologías. En Estados Unidos, han aprobado medidas como la Ley CHIPS, asignando más de 50.000 millones de dólares para apoyar la fabricación interna de semiconductores. Aunque este tipo de incentivo promueve la independencia y la creatividad, la repetición de esfuerzos y la fuerte competencia pueden dificultar la implementación de soluciones globales y elevar los gastos de producción.

El cortocircuito en la colaboración académica y científica, otro resultado colateral, tiene consecuencias visibles en la ralentización de proyectos conjuntos que, en el pasado, aceleraban descubrimientos en áreas como la genética, la energía renovable o la medicina de precisión.

Implicaciones sociales y culturales

El ciudadano promedio también experimenta los efectos de esta guerra tecnológica: desde la desaparición de determinadas aplicaciones en las tiendas digitales, hasta la imposibilidad de comprar dispositivos con los servicios integrados habituales o la restricción de acceso a ciertas plataformas educativas. La percepción mutua entre ambas sociedades ha mutado hacia una mayor desconfianza, alimentada por la retórica política y la difusión masiva de información parcial o inexacta en redes sociales y medios de comunicación.

El fenómeno de la censura y el control de la información se ha amplificado; mientras el gobierno chino intensifica la supervisión de contenidos extranjeros, Estados Unidos investiga posibles amenazas a la seguridad y la integridad nacional provenientes de plataformas chinas.

Perspectivas para el futuro global

La competencia tecnológica entre Estados Unidos y China está transformando de manera gradual la estructura económica, digital y cultural a nivel mundial, afectando todos los aspectos de la vida actual. El reajuste de las cadenas de suministro, la separación de los ecosistemas digitales y la competencia en innovación tecnológica son elementos de un proceso sin igual de cambio de poder. La humanidad enfrenta el reto de buscar formas de diálogo y colaboración para prevenir que el avance se convierta en un escenario de exclusión o división irreversible, haciendo que la cooperación internacional sea cada vez más difícil y onerosa.