¿Cómo puede hacer calor cuando la Tierra está más lejos del Sol?

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Aunque en julio la Tierra está en su máxima distancia del Sol, el calor del verano sigue siendo frecuente en varias áreas del hemisferio norte. Este hecho causa confusión, pues normalmente se relaciona el calor con estar más cerca del Sol. No obstante, el auténtico motivo de las estaciones no es la separación entre el Sol y la Tierra, sino la inclinación del eje de la Tierra, que afecta cuánta y qué tan intensa luz solar recibe cada región del mundo durante el año.

La inclinación del planeta: el auténtico impulsor de las temporadas

Aunque generalmente se piensa que la cercanía al Sol se relaciona con el calor, la distancia entre la Tierra y el Sol afecta mínimamente las estaciones. La inclinación axial del planeta, de unos 23,5 grados, es lo que realmente influye en las temperaturas y las estaciones. Este ángulo permite que en el verano del hemisferio norte, esa zona del mundo reciba mayor cantidad de luz solar directa. Por otro lado, el hemisferio sur experimenta menos radiación solar directa, lo que causa el invierno en esa región.

En el mes de julio, el hemisferio norte está orientado hacia el Sol. Esto causa que los días se alarguen y que la intensidad de la luz solar aumente. Esta exposición más directa y prolongada al Sol provoca las altas temperaturas típicas del verano. Por otro lado, en el hemisferio sur ocurre lo contrario, ya que con su inclinación alejada del Sol, los días son más cortos y la energía solar es menor, marcando la llegada del invierno.

La poca importancia de la separación en la órbita

Aunque la órbita de la Tierra es ligeramente ovalada, la diferencia de distancia entre el afelio (el punto más lejano) y el perihelio (el punto más cercano) es sorprendentemente pequeña en términos de impacto sobre el clima. En este momento, la Tierra se encuentra a unos 5,2 millones de kilómetros más lejos del Sol que a principios de enero. Sin embargo, esta diferencia de distancia representa solo un 3,3 % de la distancia media de la Tierra al Sol, que es de 149,7 millones de kilómetros.

Por lo tanto, la variación en la distancia no es lo suficientemente significativa como para tener un efecto considerable sobre las estaciones. Lo que realmente determina si hace calor o frío es el ángulo con el que los rayos solares llegan a la Tierra, lo cual está directamente relacionado con la inclinación de su eje.

Influencia de la inclinación terrestre sobre las ciudades

La variación en la radiación solar que reciben las distintas áreas del mundo entre los meses invernales y veraniegos es asombrosa. En urbes como Houston, Nueva Orleans o Phoenix, situadas aproximadamente a 30 grados de latitud norte, la energía solar captada durante el verano supera por más del doble a la del invierno. Esta disparidad es consecuencia de las modificaciones en la inclinación terrestre, lo que permite que una mayor cantidad de luz solar alcance estas zonas en la temporada cálida.

En zonas más al norte, como Nueva York, Denver y Columbus, la variación es aún más dramática. En invierno, estas ciudades reciben alrededor de 145 vatios por metro cuadrado de energía solar, mientras que en verano la cifra asciende a 430 vatios, una diferencia de casi el 300 %. Esta amplia variación se debe a cómo la inclinación del planeta afecta la cantidad de luz solar que llega a la superficie de la Tierra durante diferentes épocas del año.

La clave está en la inclinación, no en la distancia

Aunque la Tierra se encuentre más lejos del Sol en este momento, la razón principal por la que se experimenta el calor del verano no tiene que ver con la distancia, sino con cómo el planeta está inclinado hacia el Sol. La inclinación de la Tierra provoca que durante el verano el hemisferio norte reciba más luz solar, lo que resulta en días más largos y temperaturas más altas. Este fenómeno es mucho más relevante para los cambios estacionales que la ligera variación en la distancia entre la Tierra y el Sol.

Así, aunque la distancia entre nuestro planeta y el Sol varía durante el año, la inclinación del eje terrestre tiene una influencia mayor en cómo se distribuyen los rayos solares, lo que define las estaciones y, en consecuencia, las temperaturas que se viven.