Crisis del coronavirus: Solo ganamos si nadie pierde | Negocios

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Maravillas Delgado

Al cumplir el primer año de la pandemia, los países emergentes y Occidente parecen jugar en diferentes campos, sin mirarse, compiten a ver quién lo hace mejor. Asia parece haber logrado salir rápido de esta trágica pandemia mientras que otros siguen sin ver la luz al final del túnel. Aunque los primeros casos de coronavirus aparecieron en Wuhan, China, fue ese país, además de Corea del Sur, Vietnam, Camboya, Nueva Zelanda y Australia, el que logró controlar el contagio más pronto. En Occidente, envidiamos a Vietnam por haber sido capaz de reanudar la liga de fútbol llenando sus estadios a rebosar en junio, al igual que los conciertos en Nueva Zelanda, o los trenes de alta velocidad en China. Las razones que intentan explicar por qué unos países se salvaron y otros como Brasil están viviendo una de las mayores tragedias de su historia son muchas: la demografía, latitud del país, experiencia en pandemias previas como SARS o Ébola, si tienen gobiernos centralizados fuertes, cohesión social, la calidad del sistema de salud, predisposición genética, etcétera. La realidad parece indicar que los países pobres y emergentes han tenido una menor mortalidad y menos porcentaje de contagios.

En Occidente, seguimos renqueando. Nuestra arrogancia subestimó la magnitud del problema y retrasó las medidas urgentes que hubieran tenido que tomarse antes. Ahora, la salida se prevé con las vacunas. Pero mientras los países ricos almacenan 5.800 millones de las 8.200 millones vacunas que han comprado, China, India o Rusia apuestan por la llamada diplomacia de la vacuna. Con miras al largo plazo, y sabiendo que solo ganaremos si nadie pierde, China las va a exportar a 45 países emergentes. Indonesia, Brasil, Colombia, Chile y México, en Latinoamérica han sido ya receptores de esas ansiadas vacunas. India ha exportado la suya a sus vecinos: Myanmar, Camboya, Afganistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka. Tardaremos en saber qué tecnología resulta más eficaz con menos efectos secundarios: la del norte o la del sur. Pero la batalla por la solidaridad hacia los países más pobres la está ganando el sur.

¿Cómo estamos a nivel económico? China basó su ayuda en vales de compra que aumentaron las ventas al por menor y otros servicios, en lugar de los cheques estadounidenses. Con un control estricto de la pandemia, China fue la única gran economía en acabar 2020 con crecimiento positivo. Con la intención de ayudar a los más desprotegidos en su propio país, Estados Unidos acaba de aprobar el mayor rescate económico de la historia. Aunque ese no era el objetivo del programa, el consiguiente aumento de las importaciones beneficiará a sus mayores socios comerciales: México y Canadá.

Asimismo, en Latinoamérica China apuesta con inversiones importantes. El pasado noviembre, Naturgy, vendió su participación en CGE Chile al grupo chino estatal State Grid, que ya tiene numerosas inversiones en Brasil. También en el sector eléctrico, la norteamericana Sempra Energy, vendió su parte en la peruana Luz del Sur a China Three Gorges y la estatal china Power Investment compró Zuma Energía, la mayor compañía de energía renovable de México. Aunque las adquisiciones internacionales cayeron, las compras en América Latina se aceleraron y fueron el doble que el año anterior, más que Europa y Norteamérica juntas.

¿Y quién se prepara para el día después? En un giro que sorprendió a todos, China firmó dos acuerdos comerciales. En noviembre en Asia, se formó la Asociación Económica Regional Integral (RCEP) a través de un tratado firmado con sus vecinos, que incluye socios tradicionales de Estados Unidos como Japón o Corea. Aunque la India quedó fuera, el tratado incluye una cláusula que declara que tendrá trato preferencial cuando quiera incorporarse. Y en enero, al mismo tiempo que Joe Biden indicaba su intención de trabajar con Europa, China firmó el Acuerdo Integral de Inversión Europeo (CAI). Europa fue el primer destino de las adquisiciones chinas, hecho que causó resquemores y un mayor escrutinio de las agencias europeas reguladoras. Aunque el CAI no suponga la solución a esta desconfianza, representa un gran paso para conseguir un diálogo.

La pandemia no perdona. Estamos ante dos bandos y los datos indican que uno se expande y el otro se contrae. Desde el norte al sur, es un momento de valentía y solidaridad, de olvidar las rigideces del pasado y crear un nuevo modelo de colaboración alrededor de los grandes retos para crear un futuro sostenible e inclusivo. Solo si nadie pierde, todos ganaremos.

Lourdes Casanova es profesora y directora ‘Gail and Rob Cañizares’ del Instituto Mercados Emergentes en Cornell S.C. Johnson College of Business